Gran Canaria es sin duda un continente en miniatura que sigue vigente la combinación de factores que hacen de este lugar un destino único para las familias apasionadas de la naturaleza.
Casi la mitad de la superficie de la Isla fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2005 como reconocimiento a la incalculable riqueza de sus especies y un estado de conservación que ha reducido la acción del hombre a la mínima expresión. Esa huella es apenas perceptible en los espacios naturales protegidos que emergen ante los ojos del visitante. En el litoral o en la montaña, cada porción de tierra encierra una genuina pincelada de belleza.
La caldera de Tejeda ofrece una imponente panorámica del sector noroccidental de la Isla. Allí descansan el Roque Nublo y el Roque Bentayga, dos monolitos basálticos emblemáticos para los habitantes de Gran Canaria. El Pico de las Nieves preside la cumbre desde sus 1.949 metros de altitud. Nada ocurre a sus pies sin su supervisión, a ratos condicionada por la irreverencia de un impresionante fenómeno conocido como mar de nubes.
Ese espectacular decorado, adormecido por el silencio, es la excusa perfecta para entrar en contacto directo con la herencia viva que ha legado la Macaronesia. La flora de Gran Canaria se ha granjeado el respeto de la comunidad científica desde hace siglos. Aquí residen más de cien tipos de vegetales que no pueden ser apreciados en ningún otro rincón del planeta y otras quinientas especies que también habitan en otras islas del Archipiélago. Bosques de laurisilva e imponentes pinos invitan a una inmersión profunda en un entorno bendecido por un clima privilegiado. Los amantes de la botánica tampoco deben perderse la extensa muestra recopilada en el Jardín Viera y Clavijo.
La fauna endémica que puebla la Isla es inofensiva. Además de lagartos, perenquenes o pájaros icónicos como el pinzón azul, Gran Canaria acoge a casi cincuenta tipos de ave nidificante. El mar, siempre plagado de sorpresas, contiene una amplia variedad de peces, y oculta delfines y ballenas que, desde una distancia prudencial, observan la costa.
Toda la biodiversidad que atesora Gran Canaria puede ser contemplada desde su Red de Miradores: 31 refrescantes balcones que aseguran las mejores vistas. Lo escarpado de su orografía confiere a la Isla un especial atractivo para la práctica del senderismo, la escalada o el ciclismo merced a un abundante número de rutas de diferente complejidad técnica.
La oferta de gran calidad de alojamientos para ir con niños incluye casas y hoteles rurales repartidos por toda la geografía insular. Pequeños retiros espirituales donde es posible olvidar el estrés entre barrancos y parajes escondidos. Refugios para deleitarse ante un milagro llamado Gran Canaria que ha preservado su inocencia durante millones de años.
Un destino ideal para ir en familia y donde los niños tienen prohibido aburrirse.