Hace muchos años había una casa de campo árabe conocida como Beni Al – Arós junto al mar que fue creciendo, creciendo hasta convertirse en Vinaròs. Su nombre habla de su pasado pero se queda corto a la hora de sugerir el encanto peculiar de esta zona de calas entre suaves acantilados, cantos rodados bailando con las olas al romper en sus playas, desfiladeros sobre el mar, a no ser que evoque el color rojizo de su tierra y de sus famosos langostinos.
Vinaròs está además tan bien situada que en un radio de pocos kilómetros se puede conocer el Mediterráneo, su pueblo lleno de vida todo el año, un jardín de más de 2 kilómetros paralelo al mar, restos de un poblado ibérico, el itinerario a la Redona Ermita, que regala sus vistas a toda la zona, y excursiones a Morella, Delta del Ebro, Peñíscola, Benicarló…
Si lo que quieres es moverte especialmente sobre el mar, el Club Náutico y su Escuela de Vela te mantendrán bien ocupado, activo y fresco. Y puedes sumarte a las excursiones en barco a las islas Columbretes. Cerca, en pleno Maestrazgo, también hay un aeroclub por si quieres atreverte por fin a practicar el vuelo libre. La zona también ofrece pista de karts, centro ecuestre, bicicletas y una red de senderos inacabable. ¿Ya vas viendo qué interesante es conocer Vinaròs?
Si es en familia, hazlo desde el Hotel Vinaròs Playa, además de porque es un cómodo establecimiento, porque aloja gratis a los menores de 12 años, según las camas disponibles. Te va a gustar porque está en una zona tranquila, a 250 metros de la playa. Y porque tiene una buena oferta de entretenimiento: sala de juegos, peluquería, gimnasio, sauna, servicio de guardería para niños, piscina con jacuzzi exterior y tobogán, terraza y solárium. Cuida mucho la comida con diversos menús de la zona, cocina en vivo, específica para niños y para celíacos. Y cuando llega el verano, te pone un chiringuito en la playa.